viernes, 28 de noviembre de 2014

Una conversación sanadora.

En uno de esos momentos el cerebro le preguntó al corazón:

- Oye, ¿no te cansas de sufrir?....  


El corazón muy tranquilo respiro profundamente y le respondió: 

- Veras, para mí es difícil contener los sentimientos. Sería más fácil ser así de racional como tú, pero eso seria marchitarme poco a poco, como lo hacen las plantas. A mí lo que me da vida es involucrarme con los demás de mi especie, quererlos y hacer que puedan seguir viviendo como yo. Y aunque no siempre soy correspondido con la misma intensidad, siempre llego a ser muy feliz. 


El cerebro no entendía como podía ser feliz si al final existía la posibilidad que acabara triste y abatido. Y le replicó: 

- Pero entonces, si sabes eso porque acabas sufriendo, si al final sabes que vendrá otro de tu especie para poder involucrarte de nuevo. 


El corazón le respondió: 

- Yo sufro porque me duele el que no sea correspondido, pero sufro más aún por tú culpa. 

El cerebro algo ofuscado le contestó: 

 - ¿Cómo que por mi culpa? ¿Yo que te hago a ti? 

 - Tranquilo - le dijo el corazón - No te culpo porque sé lo que sientes, te explico: Sufro porque realmente eres tú quien deja pasar a esa nueva especie, eres tú quien da el permiso, y eres tú quien se niega a nuevas oportunidades por ello, a mi no me llegan y cuando lo hacen me involucro de forma intensa. Tú al ser tan racional, siempre buscando pegas e inconvenientes, que no dejas que nadie traspase y cuando lo hacen: esto es una fiesta y lo sabes… pero claro una vez que se van, vuelves a empezar ese círculo vicioso de no dejar entrar a nadie ni salir. Piénsalo un poco y me respondes si no tengo un poco de razón. 

El cerebro se fue a meditar lo que el corazón con tanta ternura le había dicho. Y finalmente se dio cuenta del error, y que el corazón tenía mucha razón, dado que él era el principal motor, el que digamos de forma metafórica abría la puerta para que pudieran entrar, iniciando así la felicidad de todos ellos, pero a la vez si por casualidad ocurría, iniciando la tristeza de todos también. Él era el responsable de dejar entrar y también de dejar salir, siempre había tenido esa potestad y nunca se había dado cuenta hasta HOY.